
Durante el s. XIX, los efectos de la revolución industrial se hicieron sentir en todos los ámbitos. La arquitectura, como disciplina muy afectada por la tecnología, sentirá de una forma muy superior a otras artes plásticas los avances en los materiales factibles de ser utilizados en la construcción. La implicación de nuevos materiales implicaba un cambio radical en la apariencia de la arquitectura, teniendo que ser ampliado el concepto hacia nuevas líneas: el nuevo sistema productivo precisa de unas infraestructuras desconocidas hasta entonces: vías férreas, puentes... La resistencia general de los nuevos materiales descubiertos hace que sean aplicados casi en exclusividad a los siguientes tipos de construcciones: estación de ferrocarril, mercados, puentes.
El material que revolucionó la construcción fue el hierro. A partir de 1750 se sustituye el carbón vegetal por el mineral, lo que permite la obtención del hierro fundido o colado que tiene mayor contenido de carbón que el hierro. El hierro colado permitía la recreación de formas decorativas. El hierro forjado empezó a desarrollarse a mediados de siglo. El hierro forjado se alternaba con el hierro colado, con excepciones, como la Torre Eiffel, en las que el forjado aparece de manera exclusiva.
El siguiente paso fue la obtención del acero, conseguido con la fusión del hierro fundido con el carbón, material elástico y muy resistente que empezó a utilizarse en las vías férreas, más tarde en los puentes.
Finalmente aparecerá el hormigón armado empleado en 1883 en el puente Firth of Forth en Escocia.
Las obras más genuinas del hierro, serán las obras de los ingenieros, que por su condición no tuvieron ningún inconveniente en introducir los nuevos avances tecnológicos, frente a los arquitectos, que optaron por diferenciar sus productos de los ingenieros como única vía de protección.
LOS PUENTES:
Los puentes tradicionalmente habían formado parte del ámbito tradicional del arquitecto. Sin embargo su evolución será responsabilidad exclusiva de los ingenieros, quienes incorporaron todos estos avances. Los puentes se hicieron más estilizados, adelgazando sus pilares, reduciendo sus bóvedas, o elevando su altura. Se suprimieron los elementos decorativos resaltándose la estructura de cuidadoso acabado. Con el hierro se logran mayores luces y una ejecución más económica.
Con el hierro aumenta la tipología de puentes:
- El puente de arcos (el tradicional)
- El puente de vigas: formado por un tablero horizontal sostenido por vigas perpendiculares
- El puente colgante: suspendido por cables, que fue muy utilizado a principios de siglo, pero presentaba muchos problemas por la excesiva flexibilidad del tablero. Consistía en una plataforma de tablones de madera suspendidos por cables de hierro que al propio tiempo se sujetaban en cuatro soportes de hierro fundido.
LOS PUENTES DE LA ESCUELA DE EIFFEL
El desarrollo de los puentes de hierro estuvo ligado al ferrocarril. Cuando la infraestructura ferroviaria comienza a extenderse, precisará de numerosos puentes y viaductos para salvar la irregular orografía peninsular.
Una tipología predominará por encima de todas: la del puente de vigas, generalmente de celosías, y en menor proporción de alma llena o maciza. Los pilares son de fábrica, metálicos o mixtos (combinando el hierro con base de piedra y hormigón).
El puente de hierro integral compuesto por vigas y pilas metálicas ofrecía inmejorables condiciones para su adaptación a espacios de enormes dimensiones, tanto longitudinales, como de luz. Sus esbeltas pilas se hundirán en los profundos tajos sosteniendo vigas perpendiculares, dando una gran sensación de ligereza.
Muchos de estos puentes y viaductos fueron construidos por la compañía Eiffel. En el resto de la geografía española predominará el puente de vigas con celosía y pilas de vigas.
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